¡NO ME OLVIDES! LOS RITUALES Y LA NO FERIA TRADICIONAL
A poco más de un par de años de la crisis del COVID-19, aun se recuerdan las evidentes suspensiones de eventos masivos los cuales paulatinamente se han ido recuperando.
LOS RITUALES Y LA NO FERIA TRADICIONAL
En ese contexto, todos estos hechos bien considerados rituales que son utilizados para despedir etapas y dar la bienvenida a otras.
Como fue el caso de los desfiles improvisados por el día de muertos con mezcla de Halloween que se vivieron en el centro de la ciudad que, en cierta forma, nos sirvió para regocijarnos en el reencuentro con el espíritu pagano que vive todavía en nosotros como una parte de adaptaciones religiosas, y en última instancia, mercadotécnicas.
Aquello que surgió alrededor del fuego de una hoguera, con una gran euforia ya sea por una buena cosecha o por el fervor ante un ídolo, una imagen, algo inmaterial o un aspecto natural.
En general, es todo eso que nos conecta mediante un hilo invisible en un tejido social sólido.
Todos estos sentimientos sobreviven en los rituales, en las fiestas, en las sacras, ya sean grandes o pequeñas, u ancestrales o modernas, en la liturgia anual de un festival como Ceremonia o en la misa del domingo en la Villita.
La amenaza no ha terminado
Es evidente que estos rituales estuvieron amenazados por el COVID, y hechos de tal magnitud seguirán siendo amenazados.
Sin embargo, el mayor de sus problemas que ponen en entredicho los rituales somos nosotros mismos y la forma enfermiza que tenemos de vivir en la actualidad.
Lo anterior, es descrito con lucidez por Byung-Chul Han en su texto “La desaparición de los rituales”, en donde el autor señala el papel mediador de este tipo de ceremonias que, en cierto modo, nos ubican en nuestra realidad.
La cual se encuentra amenazada por el consumismo que también ha procesado las experiencias, despojándolas del poder del símbolo y haciendo de ellas efímeras a cualquier beneficio.
El texto también explica que, el tiempo que se precipita sin interrupción no es habitable.
De forma tal que, dentro de nuestras sociedades lo antiguo debe ser exterminado por oponerse a la lógica del incremento de la producción que rige nuestras vidas.
Es decir, la actualidad se caracteriza por aspectos homogeneizados tales como la tendencia a ver las mismas series de streaming y así poder participar en conversaciones homogéneas propias de esta época de dictadura de algoritmos prescriptores.
Ahora, lo novedoso se convierte en rutina.
En un artículo que se consume y que vuelve a desencadenar la necesidad de lo nuevo.
Mismo hecho está descrito por Bauman en “La cultura en el mundo de la modernidad liquida”, en donde encuentra el estado de fluidez de la cultura moderna en la moda, porque ésta no tiene límite, sino que constituye un estado permanente de devenir que se incrementa porque contrasta el deseo de pertenecer a un grupo con la búsqueda de individualidad.
Así, el sueño de pertenecer y el sueño de la independencia; la necesidad de respaldo social y la demanda de autonomía; el deseo de ser como los demás y la búsqueda de singularidad.
Estamos entonces frente a las ilusiones de una vida intensa y moderna, ya que al capitalismo, no le gusta la calma.
Por ende, no es casualidad que la tradicional de San Francisco que se festejaba año con año en los alrededores de la iglesia del mismo nombre y del Parque Hidalgo.
En esta ocasión fue reducida por el alcalde local a una simple kermes de algunas horas.
Con lo cual, queda evidente que la gestión actual abomina de las fiestas populares por las molestias que le generan, por no estar dentro del algoritmo actual y por no pertenecer al devenir de las modas dictatoriales actuales.
Lo que predomina es la comunicación con ausencia de comunidad, pues se está produciendo una pérdida de los rituales sociales.
Ritos
En el mundo contemporáneo, donde la fluidez y prontitud de la comunicación es un acto imperativo, los ritos como la feria se perciben como una obsolescencia y un estorbo prescindible.
Tal fue el caso de capital del estado reconocida como “innovadora en 2021 y del aprendizaje en 2023”.
Pues, buscaba tener como principios el fomento de la educación de calidad desde el nivel básico hasta superior, aunque para ello no tenga; ser una ciudad que aprende desde la comunidad hasta la familia, aunque cancele los rituales que en ella se desarrollan; ser una ciudad que aprenda desde el empleo y para el empleo, actividad de la cual tampoco participa más allá de expedir permisos para centros nocturnos.
Una ciudad que aprende de la tecnología y la información y procurar que su sociedad tenga acceso a ellos, hecho que no sucede en la periferia, esas ciudadanías al borde de las que poco se mencionan; por promover un aprendizaje que sea reconocido desde la sociedad hasta la iniciativa privada, pregunte en las calles que piensa la gente de pie del alcalde y su gestión.
Así como consolidar una ciudad con cultura del aprendizaje y donde se celebra claramente todos los sentidos del mismo, nuevamente nos remite a su odio a los rituales que en ella se desarrollan.
Todo esto, además de negar posibilidades a las y los más desiguales de la sociedad, quienes bajan desde los asentamientos altos para disfrutar de un poco de diversión que les es privada por su economía, ya que no pueden acceder tampoco a la feria que se desarrolla en el sur de la ciudad.
Por tanto, los llamamientos de Byung-Chul Han y Bauman, a proteger y conservar los mecanismos de cohesión social, son reflexiones para liberar la sociedad de su narcisismo colectivo.
En conclusión…
De forma tal, los rituales, la fiestas y las ferias son hechos simbólicos que crean una comunidad, pues permiten que una colectividad reconozca en ellos su identidad.
Son las formas rituales las que nos dan educación o cortesía, posibilitan no solo un buen trato entre personas, sino también un respetuoso manejo de las cosas. Las prácticas rituales se encargan de que sintonicemos con otras personas.
Hoy, no solo se consumen cosas, sino también emociones. Y estás son más efímeras que las cosas. Porque las emociones dan estabilidad a la vida y esto se valora poco.
Doctor en Sociología y Antropología por la Universidad Complutense de Madrid; Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I; Servidor público de la SEPH y profesor de El Colegio del Estado de Hidalgo. Activista del perreo y el corrido B, a veces pone música, estoico seguidor del Atlético de Madrid y fifas de llano.