Los algoritmos de las redes sociales se han convertido en parte de la vida cotidiana de los cibernautas modernos que scrolean a través de la red social de su preferencia y de acuerdo a lo que el usuario esté buscando en ese momento.

Ya son muy comunes ejercicios en las redes sociales como mostrar los algoritmos visuales de redes sociales como Instagram o Pinterest como manera de entretenimiento y que tus mismos contactos se hagan una idea de tus gustos, ideas, etc.

¿Pero que tan buena es esta cultura del algoritmo? ¿En qué momento nosotros definimos nuestros gustos y en qué manera limita nuestra creatividad y nuestra capacidad de descubrir y entender propuestas nuevas?

Los inicios

Hace un par de años, los algoritmos no esclavizaban culturalmente al usuario como ahora y era más fácil descubrir nueva música, nuevos artistas, nuevas películas e incluso nuevos amigos afines a tus gustos.

Con buscar una canción en Youtube podrías acabar en un agujero de conejo conociendo artistas rusos de post rock.

Actualmente el algoritmo cultural es súper limitado y es difícil romper ese ciclo. Basta con buscar una canción en Youtube o Spotify y ver cómo las mismas plataformas te ofrecerán ya sea la misma música que escuchas siempre o lo que se mantiene en “trending” en esta.

¿Pero cómo llegaron estas ecuaciones matemáticas a definir hasta los memes que consumimos?

Algoritmos

La palabra algoritmo proviene del latín y se refiere tal cual a un “número”.

Definimos como tal a un conjunto de instrucciones definidas, ordenadas o acotadas para resolver un problema, realizar un cálculo o desarrollar una tarea. A pesar de que su uso es más aplicado en ramas como la informática, existen distintos tipos de algoritmos de acuerdo a sus finalidades y utilidades.

El que nos rige actualmente funciona a través de palabras claves, recopilando lo que buscamos, lo que vemos, lo que nos gusta

Fue de a partir de inicios de los 2020´s que la cultura del algoritmo se consolidó como una estructura fuerte e imponente con redes sociales como Tik Tok e Instagram, llegando a definir estilos, estéticas y tipos de contenidos que los usuarios tendrían que subir para poder volverse virales o ver las redes sociales como un medio de difusión eficaz.

Y al llevar ya un tiempo conviviendo con nosotros y con nuestro uso intensivo de redes sociales, podemos empezar a ver cómo este afecta la manera en que consumimos contenido, y aunque para algunas personas funciona de una manera eficaz, para otras puede no hacerlo tanto e incluso puede afectar nuestra cultura, nuestro gusto y hasta nuestras relaciones.

Los algoritmos ¿son buenos o malos?

El escritor y periodista del New York Times Kyle Chayka, escribió recientemente en un artículo sobre como los algoritmos están poco a poco degradando la capacidad de los humanos de descubrir y consumir cosas nuevas, ya que nuestros nuevos gustos de comida, música, arte y entretenimiento, desde hace unos años, ha estado siendo definido por lo que se encuentra en tendencia, que independientemente de los gustos personales de cada usuario, hay ciertas tendencias que se repetirán.

Artistas como Bad Bunny, Rosalia, Taylor Swift o recientemente Peso Pluma, han llegado con el público de una manera más directa gracias al bendito algoritmo, a tal punto que, aunque tu no fueras fan de estos artistas, seguían apareciendo en tus recomendaciones musicales o visuales, alimentado por los gustos de la mayoría de los usuarios de estas plataformas.

El gusto por estos artistas queda muy de lado de su popularidad dentro del algoritmo de las redes.

Chayka explica que, esta herramienta, siendo alimentada, secundada y reproducida de una manera masiva, ha hecho que la cultura se homogenize, dejando de ser algo personal para convertirse en algo prefabricado y repetitivo. Y se puede ver un poco con la música que actualmente está de moda.

Un claro ejemplo; la música

Podemos decir que géneros musicales como el R&B, el Rap y el Reggaeton llevan dominando el mercado por casi una década, y al ser de los géneros más consumidos por los usuarios, el algoritmo solo réplica y destaca lo que está dentro de este tipo de productos, cuando por ejemplo, artistas de géneros menos alternativos pasan desapercibidos por estos monstruos del consumo que opacan con su cobertura. Incluso podemos llegar a ver como las canciones cada vez van volviéndose más cortas de duración para acaparar la atención de los usuarios.

Incluso podemos darnos cuenta como siempre nos aparecen las mismas publicaciones de los mismos amigos de siempre, aunque tengas más de 100 o 500 contactos, siempre habrá un par de amigos del internet que te aparecerán más en tu feed debido a que el algoritmo detecta que eres más compatible con esa persona que con otras.

Según Chayka, el algoritmo, en lugar de dar rienda suelta a una cultura o gustos más variados, ha hecho que la cultura se homogenize, reproduciendo siempre la misma música, las mismas fotos, los mismos chistes, y hasta tus mismos amigos.

¿Predisposición al futuro?

Este tipo de incógnitas han sido planteadas en productos como Black Mirror, en donde varios capítulos muestran el miedo al alcance que pueden generar y mover los algoritmos dentro de las personas.

Por ejemplo en capítulos como “Nosedive”, donde las personas son constantemente calificadas por personas ajenas al individualismo, llegando a afectar de manera considerable el aspecto de vida de las personas. O de una manera más romántica, el capítulo “Hang The DJ” donde una aplicación de citas define de manera algorítmica quien sería la pareja ideal, donde el capítulo precisamente muestra cómo dos personas que están enamoradas o tienen interés mutuo, no pueden estar juntas ya que el cálculo matemático del programa no considera que deban estar juntos; mostrando de una manera ficticia como estos números digitales pueden afectar incluso nuestra voluntad y nuestra toma de decisiones de manera independiente.

Géneros musicales como el trap, el trip hop, drum and bass o el mismo reggaeton, surgieron desde el nicho, con grupos específicos de consumidores y fuera de lo que ahora se considera mainstream, por lo que si estos hubieran surgido en esta época, probablemente hubieran pasado desapercibidos por todo el mundo.

Tiempos actuales

En nuestra época ¿Cuántos géneros musicales, estilos artísticos o técnicas nuevas estarán siendo desapercibidas por nosotros? Siendo así que la música cada vez es más corta, habiendo pasado con una media de canción entre los 3 o 4 minutos a los 2 minutos.

Los artistas, tratando de sobrevivir en un mundo tan demandante, prefieren realizar contenido más orientado al mainstream y a la viralidad, ya que ser artista conlleva al querer ser escuchado, así que es más fácil repetir una estrategia del algoritmo que proponer algo nuevo.

En una cultura homogeneizada, con gustos artísticos predefinidos por unos números ¿En realidad estamos siendo auténticos? ¿El algoritmo nos está definiendo o nosotros estamos definiendo al algoritmo?

Asael Calderón
Comunicólogo, DJ,
amante del arte y las plantas.
Medio cinéfilo, medio otaku,
medio pendejo
Instagram | @__cassynky__

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