El pasado 31 de mayo, la revista Nature publicó el artículo “Límites seguros y justos del sistema terrestre” (Safeand just Earth system boundaries), en el cual 40 investigadoras e investigadores de diversas partes del mundo cuantificaron científicamente el impacto que supone sobrepasar los límites planetarios en la salud de las personas y en particular la desigualdad social.

El monologo del PIB

Entre sus conclusiones, señalan que, actualmente se consume más de lo que la Tierra produce, hasta el punto de que el pasado mes de mayo se alcanzó la sobrecapacidad del planeta o, lo que es lo mismo, a partir de este mes ya estamos consumiendo lo correspondiente a 2024.

Entre las soluciones que sugieren las alternativas pasan por decrecer, es decir, citando el texto del antropólogo Jason Hickel, se debe asumir que consumir “Menos es más”.

Menos es más es una consigna directa a la totalidad del capitalismo, pues aunque este sistema económico cuenta con apenas 500 años, es más sencillo demostrar cómo históricamente  a través de estos años, los grupos dominantes económicamente y las élites de poder han deteriorado el bienestar de las personas y, por ende,del planeta.

Para ello, Hickel cita al fin del feudalismo y cómo entre 1350 y1500, a finales del feudalismo, por ahí de 1789, en Europa se vivió la edad de oro del proletariado. Ya que, con la caída del régimen feudal, en países como Alemania, los campesinos llegaron a controlar el 90% del país. Además, a partir de ese periodo,  la salud de la humanidad y de la Tierra mejoró considerablemente.

Así, mientras el feudalismo contribuyó notablemente a la deforestación, al exceso de pastoreo, al agotamiento de la fertilidad de las tierras y a la explotación de la población. Entonces en casos en que los campesinos tomaron el control de la producción, la situación cambió de forma radicalmente, incluso en los ámbitos urbanos.

Esto se vio reflejado en la disminución de las rentas y tenencia de la tierra; el precio de los alimentos disminuyó, lo cual mejoró la alimentación; los salarios llegaron en algunos casos a multiplicarse. Todo esto, mejoró la esperanza y calidad de vida de la población del mundo.

De esta forma, los hechos sociales del siglo XVI sentaron las bases del actual sistema capitalista. Pues,al destruir las economías de subsistencia autosuficiente permitió, por una parte, generar mano de obra barata dispuesta a trabajar por lo que le pagaran. Y, por otro lado, generó una gran cantidad de consumidores, sobre todo de áreas urbanas, de aquello que ya no podían auto producir.

De tal suerte que, mientras las élites se lucraron, aprovechando además toda la riqueza procedente de las colonias, especialmente de América, a la que se explotó en términos de materiales y de personas. “Las venas abiertas de América Latina” de EduardoGaleano lo describen diligentemente.

África

De hecho, se estima que sólo de África se movieron 15 millones de esclavos con rumbo a Europa y América. A medida que se arrasaba con las teorías de atribución a los objetos y hechos físicos, que consideraban a la Tierra como un ser vivo, y filósofos como Kant situaban al hombre por encima de cualquier ser vivo.

La esencia del capitalismo, que no es otra que el crecer por el crecer, se consolidaba. Para ello, se crearon y mantuvieron unas condiciones de escasez artificial porque simulada, pues como mencionó David Hume, “en años de escasez, si no es extrema, siempre se observa que los pobres trabajan más y verdaderamente viven mejor”. Nada más falso que mencionar.

Ahora bien, la forma en que se mide el Producto Interior Bruto (PIB) es tan apropiada que pareciera que siempre hubiera existido. No obstante, como menciona Hickel, la medida fue un sistema de contabilidad creado por el economista Simon Kuznets, por encargo del gobierno estadounidense, como una reacción a la Gran Depresión, y con la finalidad de medir lo que se produce. Pero, sin un sentido crítico.

Es decir,establecer si lo que se produce es beneficioso o perjudicial, o bien si genera efectos sustentables o acarrea costes ecológicos y sociales. Por esta razón, se advirtió de la necesidad de acompañarlo de otros indicadores o medidas métricas que lo complementen y mejoren su uso.

Segunda Guerra Mundial

Al llegar a la Segunda Guerra Mundial y tras las posguerra, la medición del PIB, sin ninguna otra consideración, pasó a ser una  medida estándar a nivel mundial. Pero lo que no se menciona es que, el PIB, en realidad, mide el bienestar del capitalismo, no de las personas ni del mundo.

Sin embargo, todas las economías mundiales están obsesionadas por crecer, aumentar el PIB a costa del medio ambiente. Como si el anunció de un aumento del PIB en los diario y noticiarios, fuera una noticia beneficiosa.

Hay que producir más y más, es la consigna, y para ello, se requiere de más materiales, y las cifras que nos descubre Hickel son reveladoras.

En 1980, el uso mundial de bienes y servicios materiales ascendía a cerca de 35,000 millones de toneladas anuales, para el año 2000 ya eran 50,000 millones y en 2017, 92,000millones de toneladas anuales.

Pero, los expertos científicos calculan que, la huella material no debería exceder de 50.000 millones de toneladas anuales, por lo que se duplica ampliamente la cifra.

Resulta evidente que, está ansia de materiales no se reparte equitativamente en todo el mundo. Por ejemplo, en los países de ingresos bajos apenas se consumen 2 toneladas de productos por persona y año, mientras que en países de ingresos altos llega a las 28 toneladas, pero casos como los de ciudadanos de Estados Unidos, se dispara a las 35 toneladas.

La media para que el consumo por persona y año fuera realmente sostenible, no debería exceder las 8 toneladas. A decir de Hickel, la solución recae en decrecer para salvar al mundo. Esta idea no es del todo novedosa, pues en 1972, un grupo de científicos del MIT publicó un informe titulado “The Limitsto Growth” (Los límites del crecimiento), en donde se plantearon diferentes simulaciones para finales del siglo XX. 

Así, el ansia por aumentar constantemente el PIB ha devenido en un grave daño ecológico y climático. Pues, ya no es suficiente con la descarbonización, porque al consumir más, se requiere más energía. De hecho, en la actualidad en el mundo se producen 8,000 millones más de megavatios hora anuales de energía limpia que en el 2000; empero, la demanda energética ha aumentado 48,000 millones de megavatios hora durante el mismo lapso de tiempo.

Reciclaje

Lo mismo sucede con el reciclaje y la economía circular, que tampoco basta del todo. Pues, en 2018 la tasa de reciclaje de la economía mundial era del 9,1%, en 2020 descendió a 8,6%; no porque se recicla menos, sino porque su crecimiento no da abasto con el incremento de lo producido, suma la vuelta del plástico producido por la pandemia del COVID-19.

Citando nuevamente el texto “Menos es más” de Hickel, en la parte dos se aportan elementos para lograr el decrecimiento, priorizando un mejor reparto de la riqueza y el impulso del pro en común.

Al final, el 60% más pobre de la humanidad recibe sólo alrededor del5% de la renta total del mundo, mientras el 1% más rico ha acumulado hasta el momento una riqueza de 158 billones de dólares, lo que representa casi la mitad del total mundial.

Es preciso terminar con la obsolescencia programada, la publicidad que invita al consumo, el desperdicio masivo de alimentos, reducir el tamaño de industrias destructivas al medio ambiente, como también la de combustibles fósiles o la cárnica, que utiliza casi el 60% de los terrenos agrícolas para su producción.

Y, sobre todo, la desigualdad, pues mientras que en India se consumen 4 kg de carne por persona anualmente o en Kenia 17 kg, en Estados Unidos el consumo llega hasta los 120 kg.

De esta forma, decrecer tendría que traer mayor bienestar a la humanidad y al planeta, solucionando problemas relacionados con la falta de empleo, pues al producir menos, se reduce la jornada laboral para dar trabajo a un mayor número de personas.

Empero, no estamos ante una tarea sencilla, pues los gobiernos no manifiestan apoyo al respecto. De hecho, como menciona Hickel, “el capitalismo tiende a ser anti democrático y la democracia tiende a ser anti capitalista”.

Por ejemplo, que a pesar de que en el Sur global vive el 85% de la población mundial, estos países tienen menos del 50% de los votos en organismos como el Banco Mundial o el Fondo Monetario internacional, donde un pequeño número de países tiene un porcentaje desproporcionado del total de votos que deciden muchos destinos del mundo, en materia económica.

Gobiernos

En este sentido, resulta curioso que los casos de gobiernos que han intentado proponer métricas distintas al PIB para medir también el bienestar de las personas y la ecología han sido liderados por mujeres.

Por cierto, dos de ellas han dimitido este año. Nos referimos a la primera ex ministra de Nueva Zelanda Jacinda Ardern, que dimitió en enero.

La ex ministra de Escocia Nicola Sturgeon, que dejó su cargo en febrero; y la aún gobierna en Islandia Katrín Jakobsdóttir.

Se debe tener confianza en los movimientos ciudadanos, en cómo establecer el decrecimiento cada vez es más común entre los economistas.

La razón y el acuerdo científico tendrán que imponerse finalmente al sistema político, el cual ha permitido que unos pocos tengan seguridad del futuro.

La tarea no va a ser fácil y siguen surgiendo preguntas difíciles para las que aún no tenemos todas las respuestas” pero, aun sin ser panacea, no descartar que la salvación pasa por decrecer, porque ni siquiera en los países con más PIB se es más feliz, más bien al contrario, hay mayores tasas de depresión, suicidios.

Se vienen reflexiones profundas que asumir. https://www.nature.com/articles/s41586-023-06083-8

Edgar Manuel Castillo Flores

Doctor en Sociología y Antropología por la Universidad Complutense de Madrid; Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I; Servidor público de la SEPH y profesor de El Colegio del Estado de Hidalgo. Activista del perreo y el corrido B, a veces pone música, estoico seguidor del Atlético de Madrid y fifas de llano.

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