“La mujer dormida” Una meta cumplida
Tengo varias metas, una de ellas era subir, conocer y admirar el amanecer desde el volcán Iztaccíhuatl o mejor conocida como “La Mujer Dormida”
La aventura comenzó desde las 2:30 de la mañana; mochila, tres capas de ropa, buff, gorra, guantes, bastones, rompevientos, hidratación, fruta, manta térmica y demás equipo lo tenia listo desde un día antes.
Llegamos 6:47 am a Paso de Cortés por Amecamec – Paso de Cortés es el parque ubicado entre los volcanes Izta y Popo – las oficinas del Parque estaban cerradas y lo único que se escuchaba era el sonido tan profundo del viento que recorría todo el cuerpo. Minutos después abrieron, nos registramos ante protección civil para cualquier eventualidad y nos dieron la pulsera de acceso al Parque Nacional Iztaccíhuatl – Popocatépetl.
Ahí observamos el amanecer, a la derecha, el sol iluminando el imponente volcán Popocatépetl con sus 5,230 msnm; a la izquierda, el volcán Iztaccíhuatl y al fondo, el volcán de la Malinche. Llegamos a la base La Joya, un paradisíaco campamento con puestos de quesadillas y sopa de hongos; apenas bajamos de la camioneta agradecí las tantas capas de ropa, ya que a cada expiración lanzaba vapor y el aire helado de ahí se iba pasando por el buff, gorro y guantes.

Inicia la aventura
Iniciamos el recorrido por caminos silenciosos, entre la maleza y ramas secas, además de concentración y equilibrio para evitar resbalarse con la arena volcánica; senderos de arenisca resbalosa, piedras afiladas, rocas enormes que había que escalar y una falta de aire cada vez más notoria.
En todo el camino, el Popocatépetl como una enorme presencia ensombrecida por una capa gruesa de nubes a mitad de su cima y con los espectaculares sonidos que emanaba de el.
A pesar de la fatiga, viene el primer contacto con “La Mujer Dormida”, el sol iluminaba los abismos, al mirar sabía que un simple resbalón por esos barrancos sin fondo era la muerte, varios huesos rotos o diferentes raspaduras – que horas más tarde pude confirmar –.
Un lugar de respeto, excepcional y a la vez tenebroso, como si la naturaleza misma quisiera que no subieras, pero los obstáculos tan maravillosos te invitaban a subir para ver los mejores paisajes de la vida mientras te quedas sin aire.

Observé el cielo y la tierra con sus distintas tonalidades azules y blancas, la vista a lo lejos del Pico de Orizaba; el Popocatépetl con sus nubes bajas crean una atmósfera privilegiada. Al ir avanzando me di cuenta de lo extraordinaria que es la naturaleza, mientras que en las faldas del Iztaccíhuatl abundan los pinos y oyameles, en lo alto encuentras rosas del desierto, musgo y enormes piedras volcánicas…
Después de llegar a 4,240 msnm, baje; el regreso hacia las faldas del volcán fue peor que la subida. Lo hice sola y pude apreciar más el “poder de la naturaleza”, los cambios bruscos del clima, en un momento el sol en su máximo esplendor y al minuto rafagas tan fuertes que sientes que te van a llevar.
Descenso
El descenso exigía más equilibrio y atención; cansada y con las uñas de los pies casi enterradas de tanto deslizarme para bajar, estaba ya tan exhausta que no podía caminar sin descansar a cada minuto, aparte, ya no me inspiraba ninguna cumbre, solo me apoyaba de los bastones usando la arena como resbaladilla y los pies como si hiciera esquí.
Al ir por los senderos, lo único que quería era llegar a la base, al apoyar el bastón derecho en el camino, este se fue para abajo y en segundos estaba a la orilla del abismo; medio sentada, sosteniéndome con fuerza al bastón que había podido atorar con las ramas de ahí, intentando no moverme tanto para no resbalar más e irme al fondo. Sola, sin nadie a quien pedir ayuda, como pude comencé a subir y lo logré, estaba segura en el sendero, suspiré y seguí mi camino.

Finalmente llegué a la Joya. El sol en lo más alto del cielo, con su luz potente que enceguece y calentaba mi cuerpo.
Terminé agotada, consumida y extenuada. Agradecida, feliz y medio dormida. ¿Regresaría? La respuesta es sí, siempre un sí. Continuaré explorando cada bosque, montaña y volcán que sea posible.
Gabriela Arbeu
Community Manager; aficionada a la fotografía,
los viajes y la escritura.
Interesada en los deportes, la natación
y la montaña.
Instagram | @rutas.mochilerasmx