Carnavales en Hidalgo
Hay emociones por doquier y no me quiero perder ninguna, es una inyección de adrenalina pura, el carnaval
Hay emociones por doquier y no me quiero perder ninguna, es una inyección de adrenalina pura, el carnaval.
Plaza Juárez, ubicada en el centro de la capital hidalguense, a poco menos de 10 minutos de “El Reloj Monumental”, me recibe con ambiente de carnaval.
El cielo despejado, el sol en su máximo esplendor, con una temperatura de más de 28 grados, el calor es tan intenso que ni estando en la sombra deja de sentirse.
Hay emociones por doquier y no me quiero perder ninguna, es una inyección de adrenalina pura. En tenis y con jeans, tomo mi mochila con una botella de agua, mi cámara y gafas y, me adentro en la experiencia de cumplir lo que una vez dijo Celia Cruz: – “No hay que llorar, que la vida es un Carnaval y es más bello vivir cantando”.
Ríos de personas ansiosas por presenciar la muestra de los carnavales que se viven en lugares como el Valle de Mezquital, la Sierra y la Huasteca.
Fue parecido al Carnaval al que asistí hace tiempo en el municipio de Calnali.
El ambiente se vive diferente en Carnaval
La música de los tambores, bombos, panderetas, maracas, tubas y más, suenan mientras a través de las principales calles del centro de la Bella Airosa las personas nos vamos adentrando en un mundo de colores y alegría, con gente disfrazada de animales, monstruos o de seres legendarios que nos dan la bienvenida.
Hombres disfrazados de mujeres, mujeres de hombres, gente adulta de bebés, niños y niñas de personas adultas.
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Voy caminando por la avenida y la banquita en el jardín es un buen lugar para sentarme y no perder de vista ningún detalle. Los observo mostrando sus trajes típicos, el estilo propio a la hora de ensayar los bailes de cada una de sus regiones.
Frente a mí están los “mecos”, los “cornudos” y los “pintados”, así como los “viejos” y los “capitanes”, personajes populares de la Huasteca, cada uno apegándose a sus tradiciones y listos para “armar” la gran fiesta.
Solo basta con observar a las personas para sentir el frenesí que se vivirá en la ciudad. Poco a poco comienzo a sentirme parte de ellos, un sentimiento que podría resumir en “libertad”, una libertad que autoriza bailar, gritar y disfrutar durante horas.
Las emociones suben
A medida que avanzan los minutos, la emoción comienza a subir. La ciudad está lista para disfrutar de “la magia de los carnavales” y yo estoy preparada para vivir una gran experiencia.
Los “mecos”, con sus cuerpos pintados de barro, en el que trazaron círculos y triángulos con carbón y sus grandes penachos con plumas de guajolote en tonos café, son los primeros en llamar mi atención.
El hombre “cornudo”, mitad diablo y mitad vaquero, con máscara pintada de rojo, blanco y negro, con largos colmillos y grandes ojos, haciendo referencia a la cara del demonio.
Su gran sombrero de cornamenta de venado, vestido como charro y que con las espuelas de sus botas hace resonar el andar de la comparsa por las calles empedradas. En sus manos sostiene largas cuerdas y en algunos momentos hace maniobras con ellas.
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Pero aquel “devorador de los humanos” con la máscara tallada en madera, incrustaciones de chivo, barba de tusa de caballo, listones con cascabeles y un traje completo cubierto de tiras de listón de colores, no se queda atrás.
Después de varias fotos, en mi lente aparece un hombre con una capa de telas brillantes donde se reflejan los rayos del sol, adornada con listones multicolores colocados sobre su cabeza.
La corona que lucía formada con espejos y papel china es muy llamativa y su rostro cubierto con un paliacate solo deja al descubierto su mirada…
Y así, después de varias horas llenas de música y diversión, gracias a la espontaneidad y alegría de todos los participantes, regreso a casa con todo tipo de recuerdos, con una carga cultural que me hace sentir orgullosa y con ganas de un día, poder disfrutar el carnaval desde la huasteca hidalguense.
Te invito a leer mi sitio web Rutas Mochileras Mx , conocer las historias y aventuras que habitan en mi cabeza y que transmito a través de las palabras.